CRÍTICA DE LIBROS/BOOK REVIEWS

MÁS ALLÁ DEL MÉTODO Y EL ESTILO. CRÍTICA DE DOS RECIENTES MANUALES SOBRE LA PREPARACIÓN DEL ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN

BEYOND METHOD AND STYLE: A REVIEW OF TWO RECENT BOOKS ON SCIENTIFIC WRITING

 

Cómo escribir un artículo de investigación en inglés
Inmaculada Fortanet Gómez (coordinadora)
2da edición. Madrid, Alianza Editorial, 2011. ISBN 978-84-206-5123-1

 

La escritura académica en Ciencias Humanas y Sociales. Una introducción a la investigación
Inmaculada Simón Ruiz, Eva Sanz Jara y Francis García Cedeño (coordinadoras)
Alcalá de Henares, Universidad, 2012. ISBN 978-84-15595-92-2

 

 

Con ser objeto central de la información científica, el artículo de investigación ha recibido escasa atención por parte de los documentalistas de la ciencia españoles. Así, entre las más de 700 publicaciones de la Revista Española de Documentación Científica, sólo se contabilizan dos trabajos que traten algún componente del artículo de investigación: el primero dedicado a las palabras clave y su aprovechamiento en registros de bases de datos (Gil-Leiva y Alonso-Arroyo, 2005Gil-Leiva, I.; Alonso-Arroyo, A. (2005). La relación entre las palabras clave aportadas por los autores de artículos de revista y su indización en las bases de datos ISOC, IME e ICYT. Revista española de Documentación Científica, 28 (1), pp. 62-79.) el segundo centrado en los problemas terminológicos del resumen (Montesi y Gil Urdiciain, 2006Montesi, M.; Gil Urdiciain, B. (2006). Problemas terminológicos relativos al resumen documental. Revista Española de Documentación Científica, 29 (2), pp. 205-219.). En contraste, la propia REDC ha dedicado más del 10% de su contenido (78 trabajos) a las revistas académicas y de investigación. La serie de publicaciones de María Pinto sobre el resumen y la condensación es muy notable, pero enfocada desde el punto de vista del especialista en información y no del creador de esa misma información.


Se ha generalizado la opinión de que la producción española de trabajos científicos internacionales es abundante y de escasa calidad formal. Y a esa falta de calidad se ha achacado la baja frecuencia de citas de esas mismas publicaciones. ¿Hay alguien tratando de estudiar si esto es cierto y, en su caso, intentando remediarlo?


Hay que atender a las publicaciones en lingüística aplicada para encontrar una respuesta afirmativa. Las revistas English for Specific Purposes, Journal of Second Language Writing, Journal of English for Academic Purposes, Discourse Studies, Journal of Technical Writing and Communication, IEEE Transactions on Professional Communication y los títulos nacionales Ibérica y Revista de Lenguas para Fines Específicos contienen algo más de 100 trabajos originales españoles sobre el artículo de investigación y sus diversos componentes, algunos tan destacados como el que le ha valido a Carmen Pérez-Llantada un premio al mejor artículo publicado en la primera de las revistas mencionadas (Pérez-Llantada, 2013Pérez-Llantada, C. (2013). The Article of the future: Strategies for genre stability and change. English for Specific Purposes, 32 (4), pp. 221-235, http://dx.doi.org/10.1016/j.esp.2013.06.004
.). El resto de la producción está dispersa en otras series, como los volúmenes de las Jornadas de Lenguas para Fines Específicos (1992-2005) de la Universidad de Alcalá.


Las actividades de asesoramiento a la escritura académica, incluyendo cursos, son regulares en bibliotecas universitarias de todo el mundo. En España esas actividades han sido episódicas y casi nunca han estado a cargo de las bibliotecas. Juan Gorraiz y su grupo de la Biblioteca de la Universidad de Viena tratan de incluir nuevas funciones en el perfil profesional de los bibliotecarios relacionadas con las capacidades informativas de los investigadores (Gumpenberger, Wieland y Gorraiz, 2012Gumpenberger, C.; Wieland, M.; Gorraiz, J. (2012). Bibliometric practices and activities at the University of Vienna. Library Management, 33 (3), pp. 174-183, http://dx.doi.org/10.1108/01435121211217199
.). Por su parte, Daniel Torres-Salinas incorpora, a las unidades de bibliometría que propugna, unas funciones de asesoramiento y formación donde tratar “prácticas de publicación científica o difusión de resultados” (Torres Salinas y Jiménez-Contreras, 2012Torres Salinas, D.; Jiménez-Contreras, E. (2012). Hacia las unidades de bibliometría en las universidades: modelo y funciones. Revista Española de Documentación Científica, 35 (3), pp. 469-480, http://dx.doi.org/10.3989/redc.2012.3.959
.). ¿Sobre qué base de conocimiento se van a apoyar esas actividades? ¿Qué investigaciones permitirán comparar los estilos de unos y otros grupos de investigadores para emitir series de recomendaciones sobre la escritura de los trabajos de investigación?


A continuación se revisan dos textos españoles recientes sobre los diversos aspectos de la preparación y publicación de trabajos de investigación. Me propongo, desde luego, orientar al lector sobre la utilidad de las dos obras. Pero además intento extraer de ese análisis crítico algunas sugerencias para la realización, en el marco de la documentación científica, de trabajos empíricos sobre la escritura de artículos de investigación.


 

MÉTODO, ESTRUCTURA Y ESTILO
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Es usual diferenciar tres componentes en el proceso que asocia la pura actividad investigadora con la preparación de publicaciones científicas. En la fase metodológica o fase conceptual se recorre el arduo camino que lleva del mero interés por un tema a la formulación de preguntas de investigación. Tras planificar y realizar los estudios, se acomoda la relación de esas actividades a una estructura relativamente estereotipada (en términos retóricos se hablaría de declarar el asunto o invención según una determinada disposición). Después se acomete la tarea de expresar de manera adecuada los contenidos a través de un estilo (elocución).


La nómina de libros sobre investigación, escritura y publicación de la ciencia es muy amplia. Algunas obras intentan cubrir todo el espectro de actividades. Otras se centran en alguna fase. Las hay que se centran en la parte metodológica, como la guía The Craft of Research (Booth, Williams y Colomb, 2003Booth, W. C.; Williams, J. M.; Colomb, G. G. (2003). The Craft of Research (2nd ed.). University of Chicago Press, http://dx.doi.org/10.7208/chicago/9780226065694.001.0001.) otras se sitúan en el extremo opuesto, el de la divulgación científica (Bennett y Jennings, 2011Bennett, D. J.; Jennings, R. C. (eds.) (2011). Successful Science Communication: Telling It Like It Is: Cambridge University Press, http://dx.doi.org/10.1017/CBO9780511760228
.) algunas recorren los aspectos estructurales y la fase de publicación (Cargill y O’Connor, 2009Cargill, M.; O’Connor, P. (2009). Writing Scientific Research Articles: Strategy and Steps. Oxford: Wiley-Blackwell.) y otros aportan un excelente tratamiento de los problemas de estilo (Wallwork, 2011Wallwork, A. (2011). English for Writing Research Papers. New York: Springer, http://dx.doi.org/10.1007/978-1-4419-7922-3.). En este último grupo se sitúa el libro coordinado por Inmaculada Fortanet. El de Simón, Sanz y García, en cambio, se centra sobre todo en los aspectos metodológicos de diversas disciplinas sociales y apenas trata las cuestiones estructurales y de estilo. Y no acaban ahí las diferencias.



 

EL MANUAL PRÁCTICO DE FORTANET

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El manual de Inmaculada Fortanet está estructurado en seis capítulos que siguen a una introducción general. Cada uno de ellos corresponde a las secciones convencionales del esquema IMRaD: Introduction, Methods, Results and Disccussion, precedidas por un capítulo inicial, que se centra en el título y el resumen de los artículos, y seguidas por un capítulo final sobre la organización de las referencias bibliográficas y los apartados complementarios de los trabajos. La organización interna de los capítulos es invariable. Cada uno se inicia con algunos párrafos introductorios, que aclaran la función de la correspondiente sección; sigue un apartado que desentraña su estructura; después, se realizan algunas recomendaciones de estilo y, finalmente, se analiza un ejemplo real en la correspondiente sección.


Como se ha elegido el esquema expositivo de los artículos originales como criterio de ordenación, el primer capítulo corresponde al título y al resumen. En su elaboración, Santiago Posteguillo ha tomado como base algunas de sus contribuciones sobre resúmenes y títulos, todas ellas fechados a finales de los años 90. De este hecho, de la antigüedad del material y los conceptos tratados, arranca buena parte de los defectos de la parte introductoria de su capítulo y de algunos más, como explicaremos. Los títulos de los trabajos de investigación admiten una taxonomía, que es propia de áreas disciplinarias diversas. Así, el ya clásico trabajo de Viviana SolerSoler, V. (2007). Writing titles in science: An exploratory study. English for Specific Purposes, 26 (1), pp. 90-102, http://dx.doi.org/10.1016/j.esp.2006.08.001. o aquel otro en que James HartleyHartley, J. (2007). There’s more to the title than meets the eye: Exploring the possibilities. Journal of Technical Writing and Communication, 37 (1), pp. 95-101, http://dx.doi.org/10.2190/BJ16-8385-7Q73-1162. extiende la tipología de títulos de Crosby se publicaron… en 2007.


El tratamiento de los resúmenes contiene algunas ambigüedades y omisiones, también achacables a la falta de actualidad de la obra. Así, el concepto actual de “executive summary” es diferente del que se ejemplifica en el texto; la referencia a los “abstracting journals” es claramente arcaica y la falta de tratamiento de los resúmenes ampliados se deja sentir. Mucho más grave es la sola mención de los resúmenes estructurados como exigencia de algunas revistas. Las propuestas iniciales para su adopción son de finales de los ochenta, en el año 2000 los empleaban el 66% de los trabajos en algunas estimaciones (Nakayama y otros, 2005Nakayama, T.; Hirai, N.; Yamazaki, S.; Naito, M. (2005). Adoption of structured abstracts by general medical journals and format for a structured abstract. Journal of the Medical Library Association, 93 (2), pp. 237-242.) y su extensión fuera del campo de la investigación clínica es imparable. Además, la elaboración de un resumen estructurado es la garantía de que un alumno o un investigador comprende el proceso de condensación. El análisis estructural que Posteguillo hace de los resúmenes es, sin embargo, muy acertado y las cuestiones de estilo y los ejemplos tratados son excelentes. Las palabras clave no forman parte del resumen, aunque se tratan aquí como si lo fueran. También es discutible el tratamiento que se hace del empleo de conectores y de la voz pasiva en los resúmenes. Y es ambigua la afirmación de que el resumen de un artículo de investigación puede incorporar referencias bibliográficas “si bien esto no es muy frecuente” (p37).


En 1990 John Swales identificó una secuencia de tres desplazamientos retóricos que los investigadores empleaban para introducir su propio trabajo en el espacio de conocimiento de las investigaciones anteriores (Swales, 1990Swales, J. (1990). Genre Analysis: English in Academic and Research Settings. Cambridge University Press.). Jordi Piqué ofrece su propia versión del esquema CARS (Creating a Research Space) en el capítulo dedicado a la introducción de los artículos. Lo hace adaptando la terminología original y, así, en lugar de “Establishing a territory” denomina a la primera secuencia “Presentación de los antecedentes del tema”, una frase mucho menos gráfica. Además, enlaza los movimientos (unidades informativas) como si fueran obligatorios y no opcionales en su mayoría. Cuando interpreta la segunda secuencia (“Establishing a niche”) como “Revisión de la investigación relacionada” desvirtúa el esquema de Swales y desdice las funciones principales de la introducción: justificar la relevancia del trabajo y, comparándolo con las investigaciones previas, la originalidad de su contribución a la línea de investigación en cuestión.


La parte “aplicada” del capítulo, como en el anterior, es muy destacable y los consejos sobre la elección de tiempos verbales, las notas sobre las expresiones comunes (marcadores lingüísticos) y el ejemplo final resultan muy ilustrativos.


Para el capítulo tercero, dedicado a la sección de métodos, Juan Francisco Coll ha adaptado uno de sus trabajos originales (Coll García, 2001Coll García, J. F. (2001). La sección sobre métodos en los artículos de investigación: Identificación y secuenciación de sus componentes estructurales. Didáctica (Lengua y literatura), 13, pp. 43-67.). El autor se propone extender las secuencias de Swales a secciones del artículo de investigación diferentes a la introducción y, así, llega a reproducir el esquema de Nwogu (1997Nwogu, K. N. (1997). The medical research paper: Structure and functions. English for Specific Purposes, 16 (2), pp. 119-138, http://dx.doi.org/10.1016/S0889-4906(97)85388-4
.) aunque no puede tener en cuenta el análisis posterior de Budsaba (2005Budsaba, K. (2005). Rhetorical structure of biochemistry research articles. English for Specific Purposes, 24 (3), pp. 269-292, http://dx.doi.org/10.1016/j.esp.2004.08.003
.) más completo.


El libro no contiene declaración sobre los lectores a quienes se dirige pero la terminología especializada está demasiado presente en este capítulo. Frases como “…mecanismos de referencia anafórica y repetición léxica, lo cual apoya la explicación característica de la sección de Métodos” resultan especialmente desalentadoras.


Otra vez es evidente el paso del tiempo sobre el contenido de la parte conceptual y del esquema estructural que el capítulo ofrece. Coll reconoce que la esencia del apartado metodológico es garantizar que se puedan alcanzar iguales resultados repitiendo el procedimiento seguido; a pesar de esto no hace referencia alguna a los modernos protocolos, a la existencia de material suplementario o a otra característica moderna de la sección de métodos: su diseño modular y la repetición del esquema estructural que ello supone. Por otra parte, esta sección es la más alejada de la “talla única” y existen marcadas diferencias entre los estudios de intervención y los observacionales, por ejemplo, muy perceptibles en sus apartados de material y métodos.


En el tratamiento de la sección de resultados, Juan Carlos Palmer introduce en el esquema estructural una primera secuencia (“Justificación de la metodología utilizada”) que cabría situar bien en la sección anterior (por aquello de metodología) bien en la siguiente (por aquello de justificación). La primera idea que esto sugiere es que los trabajos que ha analizado no están bien estructurados o no han sido bien elegidos. Y no es así. Hay que reconocer que aunque la investigación de Nwogu no contempla esa secuencia, Budsaba sí observa el empleo de secuencias similares. Quizá haya que desterrar de los manuales la arraigada idea de una presentación de resultados desapasionada, objetiva y aséptica.


Es un acierto que Coll haya dedicado un apartado a la presentación de las tablas y figuras, pero se echa en falta consejos de estilo no sobre los títulos de las figuras, sino sobre los pies que describen a veces profusamente su contenido. Algunos alumnos encuentran especialmente confusa su elaboración y la relación entre esos textos y el cuerpo principal del artículo. Y a medida que se popularizan los resúmenes gráficos y los carruseles de figuras, se hace más necesario afinar en la redacción de los pies y leyendas.


El propio Coll colabora con Palmer en el capítulo que trata de la sección de discusión y conclusiones del artículo de investigación. Realmente se trata de un capítulo modélico y el esquema estructural que proponen ha de resultar de gran ayuda en la composición de esta multiforme sección, que eventualmente combina la presentación de resultados, su discusión y la formulación de conclusiones a capricho de no pocos editores. Las relaciones de marcadores lingüísticos de las secuencias segunda y tercera resultan profusas pero, en general, la parte lingüística del capítulo tiene gran utilidad.


Los autores se deberían haber cuestionado la preparación del último capítulo. Se dedica a la disposición de la bibliografía y algunos elementos complementarios de los artículos. Contiene algunas frases tan memorables como la que recomienda “evitar citar datos no publicados, como pueden ser tesis, conferencias, discursos, comunicaciones verbales y resúmenes” (p180). No se atiene al hecho de que cada revista marca el estilo de referencias bibliográficas tanto en el texto como en la lista final y, por encima de todo, no menciona el empleo de gestores bibliográficos personales, esos programas que permiten despreocuparse del sistema elegido por la revista y del estilo y formato de las listas de referencias. También es discutible denominar “citas directas” a las que se acompañan de la mención de la página. Si eso es así y las indirectas no mencionan páginas ¿Cómo es posible que la práctica totalidad de las normas de publicación desaconsejen o prohíban las citas indirectas?


Es justo calificar al libro de Fortanet y sus colaboradores como un manual práctico de excelente factura, pero cuya utilidad se ve disminuida por el paso del tiempo. El ámbito de la publicación científica es tan dinámico que las ediciones de los textos se renuevan con frecuencia, porque es necesario cubrir nuevas prácticas con rapidez. Los trabajos empíricos que los autores del manual realizaron en los años 90 sirvieron como base de una primera edición, finalizada en 2001 y publicada al año siguiente. Esta segunda, fechada en 2011, más parece una simple reimpresión. Como tal, conserva su vigencia y valor como guía de estilo en los apartados lingüísticos de cada capítulo. No es, desde luego, una guía completa al estilo de la última entrega de Adrian Wallwork (2012Wallwork, A. (2012). English for Research: Usage, Style, and Grammar. New York: Springer.) pero supone un avance muy grande en el panorama de la literatura española sobre el tema. Es fácil percibir, desde la misma introducción, que los autores no están familiarizados con las prácticas de la publicación de artículos de investigación. Además, no aclaran quién es el destinatario de su obra: el tono, en ocasiones divulgativo, sugiere que el manual podría estar dirigido a un investigador novel o un alumno de master; sin embargo, el excesivo tecnicismo de algunas expresiones resulta desorientador. Por otra parte, al haber elegido el orden expositivo del artículo como criterio para disponer los capítulos, se pierde la oportunidad de ofrecer al lector una visión dinámica (y más real) de la redacción de los artículos de investigación, que usualmente se inicia con la sección metodológica y concluye en el título.


María José Luzón ha revisado el uso del análisis de géneros (lingüísticos) y concluye que “aunque resulta útil que los estudiantes perciban las regularidades textuales en un género determinado, esto no es suficiente. Las regularidades en los textos están determinadas por las acciones sociales que se realizan empleando el lenguaje en respuesta a situaciones retóricas repetidas y, así, es necesario que la enseñanza enfatice el contexto social [en que se producen] los documentos” (Luzón, 2005Luzón, M. J. (2005). Genre analysis in technical communication. IEEE Transactions on Professional Communication, 48 (3), pp. 285-295, http://dx.doi.org/10.1109/TPC.2005.853937.). Si se sigue este razonamiento y las anteriores observaciones, se debe concluir que el manual de Fortanet y sus colaboradores es una obra importante y se debe recomendar su empleo, probablemente en la preparación de clases y sesiones sobre escritura científica. Pero, además, los alumnos sacarán el máximo partido si se combina con otras obras más actuales, más familiarizadas con los documentos científicos y más atentas al contexto de la investigación y la publicación de artículos de investigación. El libro coordinado por Karim Mabrouki y Félix Bosch (2007Mabrouki, K.; Bosch, F. (eds.) (2007). Redacción científica en biomedicina: lo que hay que saber. Barcelona: Prous Science.) sería una de las mejores elecciones.



 

LA RECOPILACIÓN DE ALCALÁ DE HENARES

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Por escritura académica se suele entender un conjunto de escritos en prosa, explicativos o argumentativos, que los estudiantes e investigadores universitarios utilizan para transmitir información sobre temas específicos. El uso de este concepto en el título de la obra de Simón y sus colaboradores sugería que el libro trataría una amplia gama de documentos sin limitarse, como en el Fortanet, al artículo de investigación. Esto es cierto, pero de forma muy limitada. En realidad, el texto hace mucho más honor a su subtítulo, “Una introducción a la investigación”.


De hecho, las 150 primeras páginas son una sucesión de capítulos en que profesores de diversas universidades ofrecen el “concepto, método y fuentes” de ocho disciplinas sociales, desde la historia a la comunicación, pasando por la geografía, las ciencias políticas, la investigación jurídica y la antropología. Por fortuna, los capítulos son breves.


Hay que esperar a las dos últimas partes del libro para que su contenido abandone el campo de la “metodología de la investigación” y se adentre en el de la propia escritura académica. En el capítulo dedicado a los trabajos escritos y las presentaciones orales, las autoras recorren de forma apresurada los trabajos de clase, las tesis doctorales, los artículos de revistas y los trabajos de fin de máster. Sólo estos últimos se tratan con alguna extensión (p155 a p158) pero ese tratamiento se reduce a la enumeración de consejos para la redacción de un trabajo de revisión. Nada que ver con la excelente obra editada por María Luisa Rodríguez y Juan Llanes para la Agència per a la Qualitat del Sistema Universitari de Catalunya (Rodríguez y Llanes, 2013Rodríguez, M. L.; Llanes, J. (eds.) (2013). Cómo elaborar, tutorizar y evaluar un trabajo de fin de máster. Barcelona: Agència per a la Qualitat del Sistema Universitari de Catalunya, Recuperado [24 de agosto, 2014] a partir de http://www.aqu.cat/doc/doc_18533565_1.pdf.). El capítulo toma repetidas citas textuales e ideas del libro coordinado por Antonio Pantoja (2009Pantoja Vallejo, A. P. (ed.) (2009). Manual Básico para la realización de Tesinas, Tesis y Trabajos de Investigación. Madrid: EOS.) de contenido muy superior y sólo dos años anterior al que comentamos. Lo mismo sucede con el último capítulo, dedicado al diseño y la elaboración del texto final de la investigación. Su contenido no supera ni al de la obra ya mencionada de Pantoja ni a la de los profesores de la UNED Manuel Callejo y Antonio Viedma sobre proyectos de investigación social (Callejo Gallego y Viedma Rojas, 2005Callejo Gallego, M. J.; Viedma Rojas, A. (2005). Proyectos y estrategias de investigación social: la perspectiva de la intervención. Madrid: McGraw-Hill.). Además ¿Qué sentido tiene presentar el diseño de un proyecto de investigación después de haber ofrecido consejos sobre las publicaciones en el capítulo anterior? Y ¿Por qué combinar apartados sobre [solicitudes de] financiación de la investigación con normas de estilo? Quizá hubiera sido preferible dedicar la parte final de la obra a la preparación de solicitudes de financiación, en el estilo de la guía práctica de Otto Yang (Yang, 2012Yang, O. O. (2012). Guide to Effective Grant Writing: How to Write a Successful NIH Grant Application. New York: Springer, http://dx.doi.org/10.1007/978-1-4614-1581-7.) que despacha el asunto en poco menos de 100 páginas o el más elaborado de Lisa Chasan-Taber (Chasan-Taber, 2014Chasan-Taber, L. (2014). Writing Dissertation and Grant Proposals: Epidemiology, Preventive Medicine and Biostatistics. Boca Raton: Chapman and Hall/CRC.).


El libro de Simón, Sanz y García declara estar “pensado para un público que se está iniciando en la investigación y tiene un enfoque eminentemente práctico” pero desmiente ese carácter a partir de su propia estructura. Es posible que la introducción y los capítulos temáticos tengan interés para estudiantes de esas ciencias sociales pero ha de ser un interés meramente teórico. Por otra parte, las escasas 40 páginas de pretendido contenido práctico no alcanzan ni el orden, ni el nivel de obras precedentes. Quizá haya que combinar la lectura de sus capítulos temáticos con libros centrados en la metodología para obtener un aprovechamiento de su contenido.



 

UNA MODESTA PROPUESTA

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Las actividades de comunicación de los investigadores se pueden ordenar en una secuencia ideal que empieza con la búsqueda y obtención de información y se extiende hasta el seguimiento de sus trabajos, una vez publicados. Es curioso observar una correspondencia entre ese orden y el desarrollo del ámbito profesional de los documentalistas y bibliotecarios de la ciencia en España. Basta con repasar las comunicaciones y los trabajos originales publicados a finales de los 70 y a lo largo de los 80 para evidenciar que la actividad de los profesionales giró inicialmente en torno a las fuentes de información y las bases de datos de bibliografía científica. Eran los años de las Jornadas de “Documentación Automatizada”. En la actualidad, los trabajos sobre las publicaciones españolas de investigación se centran en la bibliometría (usualmente de evaluación) y en favorecer la preservación y difusión de los trabajos a través de las iniciativas de acceso abierto.


Las operaciones que separan estos dos extremos han sido objeto de estudio de dos colectivos investigadores de diferente extracción. En primer lugar, el grupo de trabajos originales más numeroso procede de la lingüística, abarca todos los componentes del artículo de investigación y su orientación es observacional: se analiza el estilo que los autores emplean para redactar títulos, apartados de resultados, introducciones y demás. En segundo lugar, la literatura médica española contiene un buen número de trabajos de tipo normativo y/o metodológico: se ofrecen pautas, se divulgan directrices y se analiza el ajuste entre las prácticas de los autores y las normas imperantes. Más allá de la metodología y del estilo, existe un gran espacio de desconocimiento que es necesario abordar con trabajos empíricos.


Para la realización de esos trabajos, propongo que se adopte un triple esquema. Por un lado, que se comparen las características de los artículos de investigación españoles con otros trabajos internacionales aparecidos en las mismas publicaciones. Sería muy interesante analizar variables como la extensión y la tipología de los títulos, el empleo de resúmenes estructurados, la distribución de las menciones bibliográficas en las diferentes secciones de los textos y muchas otras observables en los diferentes conjuntos de trabajos. Utilizando sencillos instrumentos lingüísticos, también se podría identificar la relación entre resúmenes y textos completos. Por otro lado, una perspectiva longitudinal podría ofrecer interesantes hallazgos al comparar, por ejemplo, la evolución de la legibilidad de los artículos de un mismo grupo de investigación. En tercer lugar, que se relacionen algunos de estos resultados con datos sobre producción, frecuencia de citas o influencia de los trabajos es otra línea interesante.


El conocimiento que los bibliotecarios y documentalistas científicos ya poseen sobre los documentos se verá ampliado y reforzado con investigaciones como esas y, no hay duda, los científicos españoles se beneficiarán individual y colectivamente de esas aportaciones.


 

BIBLIOGRAFÍATop

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